MUSICA Y CANTO EN LA LITURGIA II

CONCEPTOS QUE DEBE MANEJAR TODO SERVIDOR DE LA MUSICA LITURGICA

Liturgia:La palabra Liturgia viene del griego (leitourgia) y quiere decir servicio público, generalmente ofrecido
por un individuo a la comunidad. Hoy se usa para designar todo el conjunto de la oración pública de la Iglesia y de la celebración sacramental en todas sus expresiones.-
El Concilio Vaticano II en la "Constitución sobre la Liturgia" nos presenta un tratado amplio, profundo y pastoral sobre el tema. Citamos algunos conceptos para darnos una idea de lo importante que es vivir la Liturgia, si queremos enriquecernos de los dones que proceden de la acción redentora de Nuestro Señor.
"La Liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.

En consecuencia, toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" (SC 7).
En esta amplia descripción encontramos lo que es realmente la Liturgia.

Señalamos que:
1.- Es el ejercicio del sacerdocio de Cristo. Es decir, en la Liturgia, Cristo actúa como sacerdote, ofreciéndose al Padre, para la salvación de los hombres. Por esto todo movimiento y servicio litúrgico debe contribuir
2.- Los signos sensibles realizan la santificación de los hombres en lo que quieren decir. Por ejemplo, el agua en el Bautismo significa y realiza la purificación y es principio de vida, el pan en la Eucaristía alimenta el espíritu del hombre. La música y el canto se consideran también  elementos y signos sensibles con significado propio.-
3.- En la acción litúrgica, Cristo y los cristianos, que forman el Cuerpo Místico, ejercen el culto público. Ningún ministro (incluye a los músicos), en ejercicio de su función, es un ente aislado dentro de la liturgia.
4.- Es la acción sagrada por excelencia, que ninguna oración o acción humana puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o un grupo. Para asimilar mejor los conceptos que nos revelan la importancia de la liturgia, citamos otro texto del Concilio: "La Liturgia es la cumbre a la que tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza"                                                                        

                                                                                                               Continuará . . . . . 


EL LECTOR

Ø  Uno de los ministerios litúrgicos más importantes que se puede ejercitar en la celebración es el de proclamar las lecturas. Junto con el salmista y el predicador de la homilía, el lector ayuda a la comunidad cristiana a escuchar en las mejores condiciones posibles la Palabra de Dios y acogerla como dicha hoy y aquí para cada uno de los creyentes.

Ø  No es fácil leer. Leer bien es re-crear, dar vida a un texto, dar voz a un autor. Es transmitir a la comunidad de los fieles lo que Dios les quiere decir hoy, aunque el texto pertenezca a los libros antiguos. Leer es pronunciar palabras, pero sobre todo decir un mensaje vivo.

Ø  Más que “leer”, se trata de “proclamar” expresivamente la Palabra. Pro-clamar es pronunciar, promulgar delante de la asamblea que escucha. No es mera lectura personal, o información, o clase. Es un ministerio que se realiza dentro de una celebración, y  el mismo hecho de leer en público para esta comunidad de creyentes es todo un gesto de culto, un servicio litúrgico, realizado con fe y desde la fe.

Ø  Una de las primeras condiciones de un buen lector es que recuerde que en este ministerio él es simplemente -y nada menos- un mediador entre Dios que dirige su Palabra y la comunidad cristiana que la escucha y la hace suya. Lo que él trasmite a sus hermanos no es palabra suya ni tampoco de la Iglesia, sino de Dios.

CONSEJOS GENERALES:

Ø  El acceso al lugar del ambón debe ser digno, sereno, no poniéndose en movimiento hasta que el sacerdote no ha terminado la oración, en el caso de la primera lectura, o hasta que el salmo responsorial no se haya concluido, para la segunda.

Ø  La postura corporal también cuenta: la persona misma es un signo. Puede indicar atención y respeto, o por el contrario superficialidad o dejadez. la actitud del lector debe evitar tanto la afectación y el teatro exagerado, como la excesiva timidez y encogimiento. La asamblea “oye” al lector, pero también le “ve”.

Ø  No es indiferente desde dónde se proclama una lectura y de qué libro. El ambón es un lugar digno, visible, más o menos estable reservado para la proclamación de las lecturas bíblicas. El libro también debe manifestar su formato y uso que su contenido es apreciado por la comunidad que lo escucha y por el ministro que lo proclama. Es “válido” leer una hoja dominical, pero no es significativo ni simbólicamente expresivo. Además, un libro bien impreso, con la letra suficientemente grande y, sobre todo con una buena presentación y disposición sintáctica de las frases favorece una mejor lectura.

Ø  No se debe empezar a leer sin que haya silencio en la asamblea: sobre todo en la primera lectura, cuando todavía la gente puede estar sentándose. Desde la quietud y el silencio es desde donde se inicia la lectura o la monición previa a la misma.

Ø  El lector no tiene que decir “primera lectura ni tampoco pronunciar la frase resumen que en letra roja precede al texto. Lo que sí debe proclamar claramente es el título del libro bíblico del que toma la lectura, haciendo una breve pausa a continuación antes de empezar el texto.

¡PARA TENER EN CUENTA!

a)    Hay que leer despacio (lentamente). La precipitación es uno de los defectos más comunes de los que proclaman las lecturas. Hay que leer a un ritmo que permita a todos ir captando el sentido de lo que se dice, que la palabra vaya calando y resonando en la comunidad.

b)    Con el tono justo de voz. Ni gritar demasiado, de modo que quede aturdida la asamblea. Ni hablar en voz tan baja que la gente tenga que hacer esfuerzos para captar lo que se dice.

Leer bien en público es “proclamar”, pero no se debería caer en el defecto de una “declamación” teatral. Hay que leer con un tono de voz comunicativo, agradable, sin agresividad y a la vez sin empalago.

c)    Las diversas lecturas requieren diversa expresividad en la voz. Por eso hay que prepararse con cuidado cada vez que uno actúa para la comunidad. No se lee igual un diálogo que un relato. No requiere el mismo tono una página poética que una dramática.

d)    Hay que vocalizar bien. O sea, hay que pronunciar claramente todos los sonidos.

e)    Un buen lector sabe dar ritmo a su lectura con breves y expresivos silencios, que son lo que dan vida al pensamiento. Las frases están construidas de palabras y de silencios. Se tratan de breves respiros, que ayudan a destacar la dinámica de un pensamiento. Por ejemplo, al final de la lectura, antes de decir “Palabra de Dios”, convendrá unos instantes de pausa (dos segundos), permitiendo que el último pensamiento tenga tiempo de calar y reposar en el oído de todos, antes de invitarles a la aclamación conclusiva.

La persona que lee para la comunidad no es un cartero que transmite mensajes de los que se entera. Ella misma es la primera que queda afectada por la Palabra que dice. Se ha leído antes. Se ha dejado convencer y llenar de ella. La ha entendido, la ha aceptado. Y luego, sólo luego, se atreve a proclamarla a los hermanos.

                                                                                      

Pequeño diccionario litúrgico


 

 

Abstinencia: (del latín abstinentia, acción de privarse o abstenerse de algo) Gesto penitencial. Actualmente se pide que los fieles con uso de razón y que no tengan algún impedimento  se abstengan de comer carne, realicen algún tipo de privación voluntaria o hagan una obra caritativa los días viernes, que son llamados días penitenciales.

Sólo el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia.

 

Anunciación del Señor: Solemnidad que se celebra el 25 de marzo, nueve meses antes del día de Navidad. Se recuerda el anuncio del ángel a María y la Encarnación del Verbo de Dios. Es una fiesta de carácter cristológico y, al mismo tiempo, mariano.

 

Ascensión del Señor: Solemnidad litúrgica que se celebra cuarenta días después de Pascua (en día jueves) o, como en Argentina, el domingo siguiente (el séptimo domingo de Pascua). Recuerda el misterio de Cristo resucitado que sube al Padre en cuerpo y alma.

 

Ayuno: (del latín ieiunium, ayuno, abstinencia) Privación voluntaria de comida por motivos religiosos. Es una forma de vigilia, un signo que ayuda a tomar conciencia (ej.: el ayuno del Miércoles de Ceniza recuerda el inicio del tiempo penitencial) o que prepara (ej.: el ayuno eucarístico predispone a la recepción que en breve se hará del Cuerpo de Cristo). La Iglesia lo prescribe por el espacio de un día para el Miércoles de Ceniza, con carácter penitencial, y para el Viernes Santo, extensivo al Sábado Santo, con carácter pascual; y por una hora para quienes van a comulgar.

 

Candelaria: Nombre que popularmente se da a la fiesta de la Presentación del Señor, que tiene lugar el 2 de febrero (40 días después de Navidad). La Misa de ese día comienza con una procesión con velas (de ahí su nombre) en recuerdo del ingreso del niño Jesús en el Templo.

 

Ceniza: (del latín cinis, ceniza) Material proveniente de la combustión de algo por el fuego. Simboliza la muerte, la fragilidad de la vida y también la humildad y la penitencia. Las que se imponen el Miércoles de Ceniza se preparan quemando palmas y olivos benditos el Domingo de Ramos del año anterior.

 

Corpus Christi: (en latín: Cuerpo de Cristo) Nombre común con el que se conoce la solemnidad litúrgica del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Establecida en 1264 por Urbano IV para celebrar la presencia real y, al mismo tiempo, sacramental de Cristo en la Eucaristía. Es común en este día que se realicen procesiones llevando por las calles el Santísimo Sacramento. En algunos países, como Argentina, se celebra el domingo siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad.

 

Cuaresma: (del latín quadragesima, cuadragésima) Tiempo litúrgico penitencial durante el cual la Iglesia se prepara para la celebración gozosa de la Pascua.

El Tiempo de Cuaresma va desde el Miércoles de Ceniza hasta  la Misa de la Cena del Señor, el Jueves Santo, exclusive. Durante este tiempo no se dice el Aleluya. Queda prohibido, como signo penitencial, adornar con flores el altar, y los instrumentos musicales se permiten sólo para sostener el canto (de estas normas se exceptúan el domingo laetare, las solemnidades y las fiestas). El color litúrgico propio es el morado.

 

Cincuentena Pascual: Período de tiempo que media entre el Domingo de Pascua y el de Pentecostés. Tiene un carácter tan festivo que debería celebrarse como si fuera un solo día, un gran domingo. El cirio pascual permanece durante toda la Cincuentena en el presbiterio. La primera semana de este tiempo es la Octava de Pascua.  El color litúrgico propio es el blanco. También se la llama Tiempo pascual.

 

Domingo de la Pasión del Señor: Sexto y último domingo de Cuaresma. Ese día comienza la Semana Santa. También se lo llama Domingo de Ramos, o Domingo de Ramos en la Pasión del Señor.

 

Jueves Santo: Último día de Cuaresma. En la mañana de este día el obispo, rodeado de su presbiterio, celebra la Misa crismal en donde consagra los santos óleos y en la que el presbiterio renuevan sus promesas sacerdotales. Por la tarde se abre el solemne Triduo Pascual con la Misa de la Cena del Señor donde suele realizarse el lavatorio de los pies; en esta celebración se consagra el pan necesario para la comunión del Viernes de la Pasión del Señor, ya que ese día no se celebrará el sacrificio eucarístico. Luego de la comunión se traslada el Santísimo Sacramento hasta el lugar donde se reserva y es adorado por los fieles hasta la media noche. En este día se conmemora la última cena en la que Cristo, dando muestra de su actitud de humilde servicio, lavó los pies a sus discípulos. En las palabras sobre el pan (“Esto es mi cuerpo entregado”) y el vino (“Este es el cáliz de mi sangre derramada”) la tradición católica ha visto la institución de la Eucaristía y del Orden Sagrado y en el lavatorio de los pies, el signo más claro del mandamiento del amor.

 

Miércoles de Ceniza: Miércoles anterior al primer domingo de Cuaresma. Este día, con la imposición de las cenizas, comienzan las prácticas penitenciales del tiempo que prepara a la Pascua.

 

Nacimiento de san Juan Bautista: Solemnidad litúrgica que se celebra el 24 de junio.

 

Presentación del Señor: Fiesta litúrgica que se celebra el 2 de febrero, cuarenta días después de Navidad, en conmemoración de la presentación del niño Jesús en el Templo de Jerusalén. Esta fiesta es también conocida como la Candelaria, ya que en ese día se suelen bendecir velas que simbolizan a Cristo, la luz del mundo.

 

Pascua: (del griego páscha; del hebreo pesaj, paso, tránsito) Tercer día del Triduo Pascual. Solemnidad central del calendario litúrgico que gira en torno a ella. Es la más importante de todas las solemnidades cristianas ya que celebra la Resurrección de Cristo, prefigurada en la Pascua judía (liberación de la dominación egipcia, paso del Mar Rojo). La fiesta de Pascua se prolonga durante una octava solemne y luego durante seis semanas (Cincuentena Pascual) hasta la fiesta de Pentecostés. Hay testimonios de que al menos a mediados del siglo II los cristianos ya celebraban anualmente la fiesta de Pascua. En Asia menor y oriente lo hacían el día 14 de nisán (de acuerdo con el calendario judío); pero en Roma y occidente se prefirió el domingo siguiente a esa fecha (como recuerdo del primer día de la semana en el que los discípulos del Señor tuvieron su experiencia pascual). En el Concilio de Nicea (año 325) se estableció para toda la Iglesia que la Pascua se celebrase el domingo siguiente al plenilunio, después del equinoccio de primavera (del hemisferio norte). Así se hizo hasta el siglo XVI, cuando los orientales, al rechazar el calendario gregoriano, comenzaron a diferir de los occidentales en el día festivo.

 

Pentecostés: (del griego pentekostós, quincuagésimo) Solemnidad litúrgica que se celebra cincuenta días después de Pascua recordando la venida del Espíritu Santo sobre María y los apóstoles (Hech 2, 1 y ss). En este día la Cincuentena Pascual llega a su plenitud y finaliza.

Los judíos llamaban Pentecostés o fiesta de las semanas a la fiesta de la cosecha agrícola que recordaba también la alianza del Sinaí. En este día se canta la secuencia Veni, sante Spiritus. El color litúrgico propio es el rojo.

 

Procesión: (del latín processus, progresión, acción de avanzar) Caminar comunitario de unas personas detrás de otras con sentido religioso. En la liturgia romana de la Misa hay varias procesiones: la procesión de entrada, cuando se dirige al presbiterio el  presidente precedido de los ministros, mientras se entona la antífona o canto de entrada; la procesión del Evangelio, cuando se dirige al ambón quien va a proclamar el Evangelio (a veces acompañado de ministros con cirios e incienso); la procesión de presentación de los dones, cuando se acercan al altar el pan y el vino que serán consagrados; y la más importante, la procesión de la comunión, cuando la comunidad se acerca a recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Durante el año litúrgico están señaladas procesiones especiales para la fiesta de la Presentación del Señor, siguiendo a Cristo Luz del mundo; para el Domingo de Pasión, recordando la entrada de Jesús en Jerusalén; el Jueves Santo, acompañando al Santísimo Sacramento hasta el lugar de la reserva; el Viernes Santo, para la adoración de la cruz; en la Vigilia Pascual, detrás del cirio encendido; el día del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi). También en la celebración del Bautismo y en las Exequias se prevén procesiones dentro del templo. Además suelen hacerse procesiones fuera del templo llevando el Santísimo Sacramento bajo palio o las imágenes de la Virgen María o de los santos en sus fiestas.

 

Santísima Trinidad: Solemnidad litúrgica que se celebra el domingo después de Pentecostés.

 

Sábado Santo: Segundo día del Triduo Pascual en el que se recuerda a Jesús en el sepulcro. Es un día alitúrgico ya que no se permite celebrar la Eucaristía, ni ninguna otra acción litúrgica, salvo el rezo de la Liturgia de las Horas, hasta la celebración de la Vigilia Pascual. Y la Sagrada Comunión sólo puede llevarse como viático.

 

Semana Santa: Última semana del tiempo de Cuaresma, la que prepara inmediatamente y comprende al Triduo Pascual. Comienza el domingo de la Pasión del Señor, o de Ramos, y llega hasta el Sábado Santo.

 

Triduo Pascual: Celebración anual de la Pascua, comprende el Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Pascua, siendo la Misa vespertina del Jueves Santo su prólogo o introducción. El Triduo Pascual de la pasión, sepultura y resurrección del Señor es el punto culminante de todo el año litúrgico. Estos tres días se celebran como si fueran uno solo: ni el viernes, ni el sábado se celebra la Eucaristía (son días alitúrgicos) y su cumbre es la Vigilia Pascual.

 

Tiempo Ordinario: Período de las 33 o 34 semanas en el curso del año en las cuales se celebra el misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos. Es el tiempo de la Iglesia que espera el regreso de su Señor haciendo presente su misterio de salvación. Comienza con la fiesta del Bautismo del Señor y se prolonga hasta el Domingo 34º (fiesta de Jesucristo, Rey del Universo) con la semana que le sigue. Es interrumpido, el Miércoles de Ceniza, para la celebración anual de la Pascua y retomado el lunes después de Pentecostés. El color litúrgico propio de este tiempo es el verde. También se llama tiempo durante el año.

 

Vela: (en latín: candela) Candela para uso litúrgico, elaborada con cera de abeja. Cuando se desarrolla una acción litúrgica se encienden velas sobre o en torno del altar. Antiguamente tenían una función práctica: iluminar; hoy sólo sirven para simbolizar a Cristo-Luz del mundo (particularmente cumple esta función el cirio pascual) y significar la fe y la oración de los fieles en presencia del Señor. La piedad popular encuentra en la vela encendida que permanece en el templo, delante del altar, de una imagen de la Virgen María o de algún santo, una continuación simbólica del creyente; ya que el fiel no puede permanecer en oración porque otras ocupaciones lo reclaman, deja una vela encendida que lo representa.

 

Vía crucis: (en latín: El camino de la cruz) Ejercicio piadoso que consiste en meditar el camino de la cruz por medio de lecturas bíblicas y  oraciones. Esta meditación se divide en 14 o 15 momentos o estaciones. San Leopoldo de Porto Mauricio dio origen a esta devoción en el siglo XIV en el Coliseo de Roma, pensando en los cristianos que se veían imposibilitados de peregrinar a Tierra Santa para visitar los santos lugares de la pasión y muerte de Jesucristo. Tiene un carácter penitencial y suele rezarse los días viernes, sobre todo en Cuaresma. En muchos templos están expuestos cuadros o bajorrelieves con ilustraciones que ayudan a los fieles a realizar este ejercicio.

 

Vía lucis: (en latín: El camino de la luz) Ejercicio piadoso realizado para meditar y celebrar las apariciones del Señor resucitado, especialmente durante la Cincuentena Pascual. Se lo divide en estaciones al modo del Vía crucis.

 

Viernes Santo: Primer día del Triduo Pascual consagrado a la proclamación de la  Pasión del Señor y a la adoración de la cruz, en la cual se ofreció definitivamente Cristo para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado. Es un día alitúrgico ya que no se celebra la Eucaristía ni ningún otro sacramento, salvo por razones gravísimas. La liturgia de ese día es una celebración de la Palabra seguida de la plegaria universal, la adoración de la cruz y la comunión. El ayuno de este día no tiene sentido penitencial sino de preparación para la celebración de la solemnidad de Pascua de Resurrección.

 

Fuente:
"Diccionario de Liturgia” de Ricardo Pascual Dotro y Gerardo García Helder, A. MI. CO., Bs. As., 2002.